viernes, 28 de octubre de 2016

Santos Inocentes


Madre quedó pronto viuda.  A mi padre lo arrasó un tractor sembrando el terror entre los bancales y  quedó semienterrado de tal forma-mágica dirían los vecinos- que no pudo extraerse el cuerpo.

El párroco decidió echar tierra sobre él y clavar una cruz. Dejó  mujer e hija y una deuda con el terrateniente que además era ministro de no sé qué.

De la noche a la mañana dedicó la finca a la caza. Madre quedó de guardesa y haciendo grandes peroles de migas para los de la capital, que venían a tirarle al corzo.

El ministro, siempre que aparecía, llevaba a Madre a su habitación, decían que para regañarle, pero le echaba el brazo sobre los  hombros por el pasillo. Madre mostraba en su rostro la belleza pulida que dejan las horas a merced de los caprichos de la naturaleza.

La acusaron de furtiva, por matar dos conejos y volarle el sombrero con pluma a uno, un domingo de montería. Como castigo  nos llevaron a su casa en la ciudad.

Madre va a traerme una hermanita, mantenemos  la casa, cocinamos y limpiamos la escopeta del ministro que por accidente ayer, le estalló en la cara en su último disparo.

Relato para la web ENTC (Esta Noche Te Cuento) sobre el tema "La mujer Rural"

miércoles, 19 de octubre de 2016

Crimen Perfecto


Cuando se prendieron las cortinas de la cocina quedaron trozos de tela adheridos a su piel.
“Aparta la sábana joder”
—Intentó despegarlos, se arrancó parte del rostro entre gritos de dolor incandescentes.
“Esto lo deduce. Ella no se quejaba. Era fuerte. Si lo sabré yo.”
—Los vecinos que pudieron salvarse del incendio hablan de una explosión posterior y su cuerpo cayendo al vacío. Todo apunta a un accidente doméstico.
“¿Los vecinos? Cobardes, nunca se atrevieron a pararme los pies.”
— ¿Recuerda algún rasgo personal? ¿Alguna cicatriz? ¿Lunares?
“No recuerdo nada, jamás me fijé en ella de ese modo.” “Vamos dilo de una maldita vez”

—¿Puede usted reconocer el cadáver?

martes, 11 de octubre de 2016

Cosas que hacer en domingo

Poco antes de que los domingos fueran amargos y amaneciera, cada mañana, con el deseo de apagarme y la mirada enganchada en el infinito del mar, nuestra vida y nuestra idea de la muerte, eran muy distintas.
El efecto de las pastillas dura cada vez menos tiempo y doblo la dosis cuando suenan las sirenas que avisan la llegada de los barcos a puerto. Los vecinos me miran indulgentes, cómplices de mi locura que no quiere admitir  la evidencia del naufragio.
Prefiero hablar con ellos de cosas imposibles, de lo que les pondré de cenar o lo que haremos el lunes que libran, y al anochecer regreso.
Apuestas REC semana no sé cuál.